viernes, 14 de diciembre de 2012

Verano, volverás 1/6 Lyon

El frío ya se ha asentado en nuestra tierra, pero los cálidos recuerdos del verano aún continúan y reconfortan cuando el vaho se hace visible mientras se camina, se va en bicicleta o se corre por la meseta. Comenzaré por contar que el viaje fue como durante los meses anteriores hacia Francia y en concreto, en primer lugar en Lyon a la que llegué después de unas horas dentro de un autobús. Al final esa experiencia de 18 horas en el bus se pasan mejor de lo que parece.

Pero a lo que vamos. Lyon se trasformó en un lugar neurálgico en el que pasar como si de una nave nodriza se tratara para repostar, pero también para disfrutar de esa hermosa ciudad y sus parajes y como no, de aquello que ofrece, desde una piscina al lado de Rhone, hasta una cerveza tradicional, un concierto de Bob Dylan en el teatro romano o incluso The Return of the King con una orquesta sinfónica al completo delante de tus narices haciendo de la experiencia cinematográfica una maravilla además auditiva y no solo visual. Increíble concierto. ¡Qué potencia sonora, qué magnifica interpretación, qué coro!




Así mismo, los paseos por la ciudad, sobretodo arropados por la noche dejaban bonitas estampas de lugares escondidos a los que solo acceden los aventureros y es que así son los Traboulles. Además de alguna que otra buena cerveza de esas que te emborrachan con solo mirarlas, pero claro teniendo esa plaza en la que de un buen día te puedes encontrar que están retransmitiendo de manera gratuita una ópera como Carmen, pues claro, con un lugar así puedes esperar cualquier cosa.


Incluso una libreria que tiene como entrada un arco de libros como si fuera un paso que te lleva a un lugar de fantasía y sabiduría.


Y no solo eso, basta salir un poco de la ciudad para encontrar algo que no puedes imaginar la Demeure du Chaos. Un lugar un tanto especial al que llegamos después de un día de escalada, día de escalada y de viajar haciendo auto-stop esperando encontrar gente amable que nos acercara a nuestros destinos. Pero a lo que vamos. La demeure a simple vista podría parecer un vertedero bellamente organizado, sí pero es mucho más que eso. Se trata de un verdadero museo de arte contemporáneo en el que se juega interviniendo en la vida de un típico y pulcro pueblo francés donde uno se topa con algo que a priori podría parece basura, digamos junkart pero que esconde mucho de denuncia y es que nada más hay que ver este Bush "canonizado". 

 Pero paseando por su laberíntica disposición un evidente traslado a un mundo a la Mad Max te inunda y los murales, las bolas de elementos electrónico, los amasijos de hierro, el estanque rojo se topan como sorpresas incandescentes recién salidas del volcán de la creación. Es un lugar que aunque en apariencia lúgubre y mortecino está lleno de una viva y continúa regeneración artística. Un lugar que merece la pena conocer si se pasa por allí.


Pero bueno, prosigamos con este relato marcado por los ritmos del recuerdo. Como os había anticipado, antes de llegar a la Demeure, estuvimos escalando y es que un buen día de verano en Lyon da para mucho y siempre es bueno despertarse pronto para ir hasta una alejada estación de metro que nos permita coger un bus para acercarnos a nuestro primer destino de escalada del viaje en las falda del Mont D'Or. La aventura estuvo bien, y digo aventura porque tuvo de todo, no sabíamos bien si íbamos a coger el bus, pero ya que estábamos aprovechamos para comprar pan en un en esa alejada estación de metro. Había incluso un mercado de fruta y verdura en ese lugar, es algo tan típico y a la vez tan especial de los franceses y ¡qué rico está su pan!
En fin una vez conseguimos el pan y ataviados con los enseres de escalada cogimos ese bus que nos acerco hasta el lugar, de allí un rato caminando, sin la certeza absoluta de conocer el camino salvo las indicaciones aprendidas y comprobadas a través de un mapa, pero pronto nos encontramos con un cártel indicativo de la proximidad de una zona de escalada. Se echa de menos este tipo de indicaciones en nuestra tierra. La escuelita era pequeña, pero tenía algunas buenas vías. He de decir que no contábamos con más indicación que la de nuestro propio instinto así que escalamos las líneas más evidentes y que más canto daban y en concreto ese diedro era muy bonito. Lástima que estuviera bastante lavado y que en cuando el sol dio en su pulida pared se hizo toda una aventura subir por él. Tras reponer fuerzas como os dije fuimos a la Demeure. Pero allí no acababa el día, no ni mucho menos, los días de verano dan para mucho, y continuamos con nuestro periplo, ya en dirección de vuelta a Lyon donde conseguimos que nos llevaran hasta L'Île de Barbe donde había algunos conciertos porque en Lyon Tout L'Monde Dehors para disfrutar de las Soirèes llenas de encanto. En este caso además de una rica cerveza una Blanche pudimos disfrutar de un buen concierto de música folk.


Y con ese concierto terminó uno de esos periodos lyoneses, el próximo destino era el valle d'Ardeche sobre lo que os hablaré ya en otro momento ahora lo dejo aquí, viendo como el fuerte viento y la lluvia sacude la ventana y mi me mente me transporta a ese tiempo que ya fue de soleados atardeceres.


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