miércoles, 26 de diciembre de 2012

Ardèche again y bien 2/6


El segundo paso en este periplo a la francesa nos llevo a un pueblecito llamado Balazuc, uno de esos lugares con encanto propio, un entramado de calles rodeadas por casas de piedra que se asentaban al margen del río Ardèche. Toda una delicia, pero por extraño que parezca sin una buena Boulangerie –eso sí que es raro—. Allí estuvimos alojados en una casa con un huerto y un pequeño corral que teníamos que cuidar con esmero y profusión y gracias a ello las gallinas cada día daban cuatro hermosos huevos y el huerto tomates buenísimos además de mantenernos ocupados un rato cada mañana.


Eso sí no todo era cuidar el huerto, no nos vayamos a creer eso no. También había buenos paseos hasta un pueblecito ecológico, donde por otra parte servían muy buen queso. Paseos que te llevan a perderte por caminos que dan a torres en las que se ve que también están en contra del Gaz de schiste (et non, et non, et non) u otros paseos por antiguas líneas del tren para poder ir a comprar alguna cosa que llevarse a la boca. Y como no, momentos tranquilos en los que hacer un poco el neanderthal y darnos un buen baño en tan buen río.




Afortunadamente estábamos en un lugar tan privilegiado que incluso un paraíso para la escalada allí se encuentra. Le Cirque de Gens donde tuvimos la oportunidad de ir en dos ocasiones y donde nos dimos cuenta que el mejor momento para escalar quizás no sea en pleno julio, pero que caliente está la roca en esa época. 


Pero sobretodo y lo más importante, fue un acontecimiento especial el que nos llevó a reunirnos allí a unos cuantos amigos y bien lo pasamos y lo disfrutamos. Parecía que todo estaba indicado.



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