Una vez que dejas de escuchar y te paras a mirar es cuando te llevas las sorpresas, gente conocida que se acerca a verte, otras que nunca has visto, están las que sueles ver y sólo por ello empiezas a saludar y a conocer; aquellas que nunca has visto pero que te encantaría conocer pero también están las que pasan sin más sin desprender demasiado salvo un sonido que se pierde en el pasillo.
Es curioso como es en la biblioteca donde me he dado cuenta de este tipo de cosas, estás sentado en un relativo espacio de silencio y sientes algo que rompe la quietud ambiental, te olvidas de las lecciones del empirismo, porque sabes lo que significa ese sonido y tienes que mirar. Es como un reclamo al que no puedes, al que no puedo escapar. Lamentablemente siempre te encuentras con sorpresas que tal vez hubieras preferido no descubrir, pero al fin y al cabo elegir la píldora roja tiene sus riesgos.
psicalipsisnow
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