domingo, 13 de mayo de 2012

Próxima estación Paris


Al final después del campito tocó la Babylon y para eso qué mejor que una de las grandes. París es una ciudad grande esas ciudades monstruosas, pero que afortunadamente se puede caminar bastante bien. Eso sí parece que sólo supieron construir palacio tras palacios, cada cuál más grande y hasta las casas humildes tenían un porte señorial. Claro estoy hablando del centro que es la zona que conozco y que además hay que saber encajar en en momento histórico en el que se remodeló su urbanismo. 



Eso sí cabe destacar que una de las primeras impresiones que me dio la ciudad es que se trata de una ciudad ruidosa, pero bueno siempre se encuentran rincones tranquilos.


Llegar a la Dame du Fer fue toda una aventura cargados con una gran mochila. Pero la verdad merece la pena verla, es todo un logro del diseño y como ya me podía imaginar cientos de personas allí estaban haciendo cola esperando su turno para subir. Algo que nos reservamos para otra ocasión.


Para vistas bonitas de la ciudad también contábamos con el Sacre Coeur o inclusola sorprendente azotea de las Gallerie Lafayette que estaba enmoquetada con una alfombra de hierba artificial.




El mejor momento, o uno de los mejores llegó cuando pude disfrutar de una buen Gaufre au Nutella. El punto para entender eso, es que antes de viajar a Paris, el día antes había estado vomitando y estaba a dieta blanda, vamos que tenía ganas de comerme un jablí. Por TUTATISS! afortunadamente solo se trató de un susto y no fue a más, gracias a las precauciones tomadas claro. Merci :)



Por ello y como todo marchaba bien tocaba caminar y descubrir, Notre Dame en medio de una comunión de niños, el Musée Pompidu y sus alrededores, el maravilloso Musée d'Orsay donde disfrutar del impresionismo. Caminar, caminar, caminar y caminar y entre todo eso la búsqueda del tesoro de una postal de Audrey Hepburn –peticiones de madre–, eso sí tras un arduo esfuerzo apareció.


Además pasamos un buen rato en el Louvre. Sobre el que cabe destacar que hubo que discernir entre ir a las catacumbas o al Louvre, la razón triunfó y entramos al museo que más que museo parece un almacén. Entrar en el Louvre puede suponer una sobresaturación pues tantas y tantas piezas se acomodan en los estantes habilitados de las salas. Muchos de ellos fuera de todo contexto, pero bueno tampoco quiero extenderme en lo que se refiere a un análisis museológico. Platón, Sócrates, Helenósteles, saben de que hablo.

Una de las cosas más sorprendentes fue encontrar en el Louvre un autobús discoteca en la noche. Me imagino la situación: "dos amigos van de viaje a París, pero les gusta salir de fiesta y luego están muy cansados como para hacer turismo. Están en un pub tomando unas cerveza y de repente a uno de ellos se le enciende la bombillita y le dice a su colega: 'imagina esto y si ponemos unos autobuses sin asientos, con Dj, barra y vamos vistando los lugares más emblemáticos de París, así veríamos cosas y además podríamos seguir de fiesta'" y dicho y hecho ahí están haciendo negocio.

Afortunadamente el Montmartre resulto ser un lugar tranquilo y disfrutón para visitar por la noche o incluso por el día, aún con toda esa cantidad de turistas. En definitiva una buena experiencia y dejando cosas por hacer para poder volver y seguir disfrutando.

2 comentarios:

Liándola en Lyon dijo...

Asi que el momento más esperado fue el del gofre....vale vale....!

Attuk dijo...

entiéndelo el hambre, la inanición de la dieta blanda ;)