miércoles, 21 de julio de 2010

Parkour humanum est

Con esta expresión que parafrasea la sentencia latina errare humanum est quiero hablar de la condición humana del parkour, por un lado; y por otro lado de cómo mi propia forma de plantearme el recorrido que estoy llevando a cabo me ha hecho tropezarme con una serie de impedimentos que lejos de apartarme de esa vía del redescubrimiento del cuerpo, no ha hecho más que proporcionarme un conocimiento más profundo de la propia fisicidad.

Que el parkour, freerunning, ADD, o con el apelativo que se quiera emplear, sea algo humano, es algo que se ve en cuanto que es a través del cuerpo como se lleva a cabo el movimiento que puede ser aplicado a cualquier entorno en el que ese cuerpo se encuentre. Teniendo en cuenta este punto, cabe destacar que, entonces, ese modo de moverse es tan antiguo como la propia condición humana, de esto ya se han dado cuenta los fundadores de esta disciplina y redescubridores de la potencialidad del cuerpo humano alejado de competiciones y con una única visión en mente que es la de poder moverse y crear movimiento a través del cuerpo y de este modo alcanzar fines muy concretos en un modo rápido, fluido y, sobretodo, seguro.

A través de esta disciplina no sólo se adquiere un control del cuerpo, sino que se llega a un respeto por el medio en el que se mueve. No se busca una alteración del medio sino una adaptación al mismo. En esa adaptación se pone en tensión la musculatura que entra en juego a la hora de afrontar un salto, una escalada, un giro, una carrera, etc., pero también se pone en tensión la propia interioridad. Por medio del juego de la adaptación se alcanza la superación de un límite, consiguiendo llegar a lo alto de un muro, atravesando por medio de un salto un vacio terrible. La importancia de la superación de este tipo de limitaciones sobre el lugar al que cada cual es capaz de llegar se traduce en una capacidad de superación de cualquier tipo de inconveniente o problema que se plantee en la vida y como fin práctico puede servir en momentos de tensión real como ya trataba Georges Herbet a través de su método natural (del que parte a nivel teórico este tipo de concepción - si uno es capaz de controlarse en una situación extrema podrá ayudar a salvarse a sí mismo y a los que le rodean-).

Se trata de encontrar un punto de equilibrio entre uno mismo y el entorno. El medio para conseguirlo es el acto del movimiento, la continua repetición, en el medio que proporciona confianza en uno mismo para interactuar con el entorno y confianza con los materiales del medio donde se produce el movimiento. Por lo tanto, en lo que al ADD respecta, la acción, el movimiento es lo que condiciona el ser, se pone la importancia sobre el verbo hacer como fundamental a la hora de poder comprender un entorno por medio del movimiento. En este sentido el parkour es humano, pero lo más importante es que por medio del parkour, lo humano se comprende como natural y no como algo distinto al resto de elementos que forman un entorno.

Teniendo en cuenta todo lo anterior. La parte del errare de la parafraseada sentencia latina que en este caso fue omitida por la partícula parkour se ha hecho con la intención de resaltar la importancia del fallo en el viaje, en el recorrido que cada individuo que se acerca a esta disciplina tiene que asumir. Se ha mencionado la necesidad de la repetición en este modo de interactuar con el espacio. Esa repetición tiene como finalidad la adquisición de unas habilidades que permitan reproducir un movimiento determinado en el modo más apropiado, por lo tanto se debe fallar antes de conseguir alcanzar ese punto y aún cuando se crea haber perfeccionado una técnica sólo por medio de su repetición y uso se podrá minimizar el riesgo del error. En definitiva no se trata tanto de alcanzar una perfección a la hora de moverse, sino hacerlo de la forma más correcta para que se produzcan menos errores que llevarían a un fracaso en lo que se refiere a un recorrido seguro. Además la repetición permite al cuerpo adaptarse para que en caso de un error grave pueda reaccionar de la forma más apropiada en cuestión de un lapso y así minimizar los daños que puedan derivarse de una acción lleva a cabo en el modo menos adecuado.

Lo más importante dentro del errar, en el propio recorrido que de buen seguro estará repleto de fallos, es saber sentir el cuerpo. Sentir las fases de cada movimiento para poder aprender el mejor modo de llevarlo a cabo en cualquier circunstancia; de nuevo la repetición es aquí la clave, pues por medio de la reiteración en el movimiento se podrá comprender cada elemento corporal implicado y ganar la confianza necesaria para llevarlo a cabo más allá de los límites que en un principio puedan parecer plausibles.

No saber sentir el cuerpo es seguramente uno de los grandes errores que hay que aprender a subsanar, pues no escucharlo, no sentirlo significa riesgo de lesiones. Cualquier molestia es un indicativo de problemas y hay que saber parar y analizar a qué se debe ese malestar. No se puede olvidar que con este tipo de actividad todas las capacidades físicas básicas (dícese: resistencia, flexibilidad, fuerza y agilidad) tienen que ser potenciadas en un modo equilibrado, sin menospreciar ninguna de ellas para, de este modo, poder crecer de una manera adecuada sin riesgo a padecer problemas graves.

Si por el contrario esos problemas aparecen, se dará una condición especial, en la vuelta a la rutina, pues aunque exista una estructura mental previa que te indica lo que antes has podido hacer; tras una pausa por lesión no se puede pretender llevar a cabo las mismas cosas que se hacían con anterioridad. Es necesario proceder a una restauración del cuerpo partiendo de cero y poco a poco, ir consolidando, de nuevo, cada una de las etapas del propio recorrido, no volviendo atrás sino continuándolo.

Se trata de redescubrir la forma de moverse y de interactuar con el espacio de tal modo que algo como lo sucedido no vuelva a pasar. Los límites han cambiado, la confianza también y es difícil adecuarse a la nueva situación cuando ya había un esquema previo en la mente; es en ese momento cuando entra en juego la adaptabilidad del propio ser en acto. Cuando todo lo aprehendido con anterioridad se pone en juego para ir recuperando sensaciones en cada salto, en cada variante posible para cada objeto y de esta manera llevar el término seguro a su máxima consecuencia. Si lo que interesa en realidad es poder seguir practicando con integridad esta actividad, para ello hay que ser muy consciente de lo que se está haciendo llevando a cabo las maniobras oportunas para no sufrir y simplemente disfrutar y continuar jugando con el entorno.

Por ello el parkour como recorrido se asocia al error como elemento fundamental en lo humano y el parkour como humano presenta la naturalidad del individuo moviéndose sin constreñirse a nada más que las propias capacidades y el espacio donde se aplican.

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