Por eso había que cortar por lo sano y salir de Lyon para disfrutar de la montaña y el campo
Primero Saint-Jean-de-Maurienne, después algo de campiña en Perouges. Para seguir con una obsesión Grenoble, porque si al principio el objetivo parecía que iba a ser Annecy una especie de resorte activó el chip Grenoble y no pudimos negar ese instinto. Por último y para relajar que mejor que visitar la región de Beaujolais y tomar un buen vinito.
Y claro la consecuencia de todo no fue otra que el puro placer estético disfrutando de la naturaleza, sus animales, sus sonidos, en ocasiones incluso el silencio de pasear por sus parajes. Descubrir el laberíntico diseño del fuerte de la bastilla de Grenoble, las cuevas escavadas y las sorpresas del caminar por sendas y caminos.
A todo esto en pleno noviembre, a más de 2000 metros en Maurienne y allí estaba con camiseta corta y el almuerzo de Grenoble eso parecía un día más propio de la primavera, además veíamos como la niebla se extendía por el valle por debajo de nosotros.
Hubo siempre tiempo para más, tomar alguna cerveza, visitar el museo Opinel, hacer autostop para bajar del monte desde la col du fer. Dar un paseo por un mercado navideño, tomar un vino caliente para templar el cuerpo y viajar y descubrir eso ante todo y sobre todo.
En fin una muy buena aventura!
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