La noche anterior en un arrebato de buen sentido, decidí llamar a Edu para confirmarle que me gustaría ir a escalar, después de no poco tiempo, desde diciembre sin sentir el contacto con la roca. La jornada comenzó a una hora prudencial para ir en dirección a Solana con nuestra amiga Aleja. Cafecito en el Barco de Avila y a por todas!!!
Nos encontramos a Garrote, David, Javi y compañía preparándose en el parking, con preparándose quiero decir desayunando. Después de los saludos, los consejos para las vías y demás quehaceres sociales, la tríada partió para comerse el mundo. El rumor del agua que caía con fuerza era espectacular propio con el entorno granítico oradado por ese mismo agua. Las paredes esquisita y las primeras vías unas maravilla. No importaba encadenar, no importaba volar, no importaba nada salvo el hecho de poder disfrutar de nuevo de esas sensaciones de escalar de primero, de la moto que te da en la pierna cuando llega un paso apurado, el probar y probar hasta que consigues darte el paso adecuado y los encadenes y las risas del disfrute de un día magnífico en buena compañía.
Se editará y se actualizará
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